A mi hijo Joaquín
/ Dedicado a mi primogénito
que ya, mama de la ubre toda
l a poesía/

Hijo mió he de ver alzar tu nombre
en un castillo donde eres anunciado como rey,
y de la época donde te eriges,
se levanta una prosa impaciente,
donde mi poesía te permuta y te
/reencarnas en mis letras,

Como olvidar el día en que tú cauce de mi río,
eras venerado por todos los océanos,
eras ofrendado por todos los dioses del olimpo,
eras concebido ante la tempestad,
como el retoño de un trueno
que partía el cielo, en un aunar de llantos y
/ relumbras,

Hijo mío tu madre y yo te contemplábamos desde el valle del Elqui,
como tu ombligo nos mostraba Júpiter,
y como abril se partía en dos el día en que tu madre
hecho a volar su imaginación entre sus piernas,
y trajo de un empujo,
/el nudo de sus genes y los míos,


Si te hubieras visto ese día hijo mió, traías los ojos saltados,
y yo parecía envolverme en una rueda infrenable de sensaciones,
el momento en que te alcé en mis brazos,
sentí el coro de las nubes que marchaban a tu espera,
vi el sol morder la ventana del paraíso,
donde tu madre te bañaba con su lengua
toda la savia del velo acuoso de tu
/Pasado placentario,




El día en que tu sangre de mi sangre, cauce de mi rió,
carne de mi carne, fuiste ungido por otras épocas
donde solo yo había estado antes, fue el día
en que también se parieron tus abuelos feudales,
tus abuelos burgueses, tus abuelos coloniales,
tus abuelos indígenas, siendo estos últimos
que te pulieron a ti,
/corteza de mi tronco milenario,



Es a ti hijo mío, en quien deposito toda mi sabiduría, mi amor,
mis karmas, mis criaturas y sobre todo mi poesía,
tú eres la luz que alimentara al valle del Elqui por el día
y como un cuchillo filoso partirás su lengua por las noches
cuando, el valle trague el cielo purulento de destellos
que le dan forma a la arquitectura de la
/noche Elquina,



Hijo mió es el valle del Elqui quien observa tu hermosura
aparecer de las manos prodigiosas de los Diaguitas,
es también el mar de mi puerto quien contiene el néctar
de tus ganas que se dejan ver furiosas en la ensenada
de tu boca
/ Predilecta,
Tu boca a llantos
reclama la ubre prominente de tu madre primeriza,
es tu madre quien saciara tu apetito hijo mió,
pero soy yo quien le dará a tu boca predilecta,
toda la
/ Poesía milenaria /.
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